Pobladuras de Mario Doldán
“Pobladuras”.
Por supuesto, la palabra pobladura no existe. Es más bien una ocurrencia sonora de la que me sirvo para fijar una imagen simbólica. Sugiere el acto de “poblar un espacio” ajustado e inseguro.
Podría decir, por darle algún sentido, que se trata de un término compuesto que alude a la dura existencia del hombre en el mundo y, particularmente, en las ciudades.
La ciudad y el mundo aparecen en este horizonte analítico como entornos habitables, pero a la vez inseguros.
En contraposición, el hogar, entendido como refugio o imagen de intimidad protegida, es el espacio poblado con los mínimos afectos, lo que equivale a decir: nuestro primer cosmos. Allí se enciende el fuego y todo cobra sentido con nombres, rostros y abrazos. El hogar es un concepto emocional de pertenencia, seguridad y vínculos afectivos.
En Pobladuras hay una escena arquetípica que resume todo lo escrito: un campamento, un fuego central, rostros, nombres y abrazos.
¡Pobres de aquellos que habitan el mundo si no tienen a quién volver!
Mario Doldán
